Altruismo
Ayudar a los demás sin esperar recibir nada a cambio aporta muchos más beneficios de lo que creemos. Puede mejorar nuestra salud emocional y por tanto física, además de la gran satisfacción de ver una sonrisa en el rostro de la persona que ayudaste.
Para empezar, ser altruista mejora nuestra confianza, nuestra felicidad y nuestro optimismo. Esto sucede porque los actos generosos pueden generar una cadena de acciones similares y contribuir a una sociedad más positiva. Además, promueve cambios fisiológicos en el cerebro que nos conducen a ser más felices: esto es, al ayudar a otros también estamos activando nuestro cuerpo a nivel físico, por lo que nos ayuda a olvidarnos de nuestros problemas y a tener una autoestima más alta gracias a estas actividades que implican una relación con los demás. Esto último también conlleva una mejor integración social y una inmejorable ayuda contra la soledad y el aislamiento.
Tener conocimiento de que hay personas que se encuentran en situaciones mucho peores que las nuestras nos hace tomar perspectiva de la vida y verla con más optimismo, lo que de nuevo redunda en nuestra felicidad.
Los beneficios físicos de un comportamiento altruista pasan por la disminución de los sentimientos y sensaciones negativas como la ira o la agresividad, así como la reducción del estrés.