VIOLENCIA POLÍTICA CONTRA LAS MUJERES
VIOLENCIA POLÍTICA CONTRA LAS MUJERES
Senadora Adriana Dávila Fernández
La semana pasada, con motivo del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, entre muchos y diversos eventos, tuve la oportunidad de acudir a la presentación del libro “El silencio que habla.
Democracia, paridad y género”, de mi querida compañera Senadora, Lucero Saldaña Pérez.
En el texto se hace énfasis al reconocimiento de la lucha perseverante de las mujeres por el respeto al ejercicio pleno de nuestros derechos políticos, en condiciones de igualdad.
Sin duda alguna, muchos han sido los logros obtenidos por las mujeres durante el siglo pasado: acceso a la educación, mayores oportunidades para incorporarse al campo laboral, derecho a votar y ser votadas, así como una
significativa –pero aún insuficiente- participación política y responsabilidad directa en la toma de decisiones.
Hoy, la paridad entre género es una realidad, por lo menos en el texto constitucional, aunque, por desgracia, no es atendida ni valorada para el desarrollo y fortalecimiento de la vida democrática de la sociedad.
El tema es utilizado a conveniencia por algunos políticos, es decir, hay compromiso, apoyo y acompañamiento… hasta que el talento femenino afecte los planes o intereses particulares o de grupo. Sencillamente es hipocresía. Veamos un caso reciente de impacto nacional.
Es conocido el interés legítimo de Margarita Zavala (ex primera dama nacional, ex legisladora (federal y local, abogada y profesora) de construir una opción ciudadana, de cara al proceso electoral federal de 2018, que genere confianza y cohesión entre los mexicanos. Lo ha dicho de manera franca y abierta, sin mentiras ni medias verdades.
Todo iba bien hasta que la demoscopia (Buendía y Laredo) la ubicó con el 49% de respaldo y la encuesta se publicó en el periódico El Universal.
De momento, se debe reconocer que es una alternativa firme al interior del Partido Acción Nacional (PAN).
De manera, casi inmediata, el líder de MORENA la acusó de ser “una extensión de Felipe Calderón” y que el ex Presidente de México pretende asumir el poder a través de ella. Lamentable él insulto.
Evidente la violencia política en contra de la aspirante y de las mujeres en general, pero en especial de quienes no compartimos su forma de pensar.
Al margen de la descalificación machista, que argumenta como impedimento el vínculo matrimonial entre las dos figuras públicas, es necesario hacer varias reflexiones.
Para comenzar, es urgente terminar con el proceso de simulación política que acompaña en las palabras, más no en los hechos, a las mujeres que aspiran a cargos de representación popular, sea en las comunidades, los municipios, las entidades federativas y hasta de México. Erradicar cualquier forma de agresión.
No tengo la menor duda que las mujeres mexicanas somos capaces de tomar decisiones propias y nos hacemos responsables de ella.
Hemos buscado opciones para desarrollarnos, muchas aspiramos a contribuir en la atención y respuesta a los graves problemas sociales, me parece válida la aspiración política de cualquier mexicana y/o mexicano, es un derecho consagrado en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Será el trabajo comprometido, así como aptitudes y confianza de los ciudadanos que estén dispuestos a apoyar, lo que determinará la viabilidad de una candidatura, sea impulsada por un partido político o de manera
independiente.
Lo que se requieren son opciones responsables, dispuestas a tomar decisiones de beneficio común. Serán las y los ciudadanos los que, en un ejercicio democrático, decidirán si se le otorga o no la confianza para asumir
obligaciones y responsabilidades.
No omito señalar el pésimo mensaje político de algunas mujeres que se definen de izquierda, en el sentido de avalar que una “es extensión de alguien”. Políticas que agreden a las propias mujeres, sin más argumento que
el “estar casada con”…
No podría calificar a liderazgos femeninos de izquierda, casadas con personajes que han sido vinculados en hechos de corrupción; por sensatez intelectual, es necesario contar con argumentos contundentes, sin violencia
de ninguna índole.
Juntas debemos optar y demandar instrumentos que procuren la protección de las mujeres que vean afectados sus derechos político electorales por cualquier acción violenta.
Las mujeres en la política tenemos muchos obstáculos; no siempre están dispuestos los medios a difundir nuestras ideas, programas y propuestas para mejorar las condiciones de vida de nuestro entorno social.
Son aceptables las diferencias ideológicas, lo que no es aceptable que las propias mujeres, desde el ámbito de su competencia, agredan a las mujeres con argumentos machistas.
En México debemos trabajar conjuntamente para terminar con la cultura de la sumisión y complicidad que compromete los derechos políticos elementales de las mujeres. No debemos permitir ningún tipo de violencia
en contra de las mujeres.
Luchemos por condiciones de igualdad con justicia, no basta con acabar con el silencio, hagamos lo necesario para que nuestra voz sea escuchada.
El reto de la humanidad es erradicar cualquier forma de abuso, maltrato y agresión contra las mujeres y eso necesariamente transita por lo político-electoral.
TERCER INFORME DE ACTIVIDADES LEGISLATIVAS
Los espero el próximo 4 de diciembre a las 17 horas, en la Plaza de Toros de Apizaco, Tlaxcala. Ese día rendiré mi Tercer Informe de Actividades Legislativas y de Gestión.