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¿LAS ALIANZAS SON LA SOLUCIÓN?

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¿LAS ALIANZAS SON LA SOLUCIÓN?

Senadora Adriana Dávila Fernández

A un mes de la elección para renovar la Cámara de Diputados, muchas han sido son las voces que se han pronunciado respecto de lo que pasó el domingo 7 de junio. Cientos de comentarios en redes sociales, columnas, notas periodísticas, entrevistas y pláticas de café, intentan descifrar por qué se dieron estos resultados.

Los vencedores describen, según su percepción, la eficacia de su estrategia electoral y aseguran que la mayoría que logró el PRI y sus aliados en la Cámara de Diputados, “se explica por los resultados que ha dado el Gobierno Federal”; reiteran una y otra vez que “la sociedad está advirtiendo y entendiendo los avances en el desarrollo de nuestra economía. Hay más empleo, las tiendas departamentales incrementaron sus ventas y la inflación es la más baja en la historia, además de que están llegando más inversiones” y concluyen que “hubo más conciencia democrática, por lo que hubo un voto más consciente y razonado” (sic).

Quienes formamos parte de los partidos de oposición justificamos nuestras derrotas y señalamos todavía una elección de Estado, plagada de entregas de apoyos sociales, como las ya famosas pantallas digitales o la utilización de programas como «Prospera», «65 y más», entre otros. Vaya… hasta afirmamos que estos resultados son mejores que los de procesos anteriores, pero que aun así, el Partido en el gobierno utilizó todas las trampas posibles para acreditarse triunfos no del todo limpios.

Sobre lo que comentan el Presidente de la República y sus aliados, no abundaré, pues la simple mención es una ofensa a la inteligencia de los mexicanos. Bastaría con analizar porque los ciudadanos no acudieron a las urnas, a los que anularon su voto y a los que prefirieron otra opción política que no era el PRI, que evidentemente son mayoría.

No obstante esta realidad, me parece fundamental señalar que urge en Acción Nacional un autoanálisis de por qué no fuimos opción para el electorado, más allá de estas circunstancias. Cierto es que los ciudadanos no quieren al PRI, pero tampoco nos eligieron.

Comentarios como “todos son iguales”, “todos roban”, “nadie nos ayuda”, “ya no creo en los políticos”, deben orientarnos para dar los siguientes pasos y revertir estos resultados.

Dicen que las victorias tienen muchas madres y la derrota es huérfana… En Tlaxcala, la derrota de nuestro partido es, sin duda, producto de múltiples factores que debemos revisar para que cada quien, dirigentes, servidores públicos emanados del PAN, militantes y candidatos, asumamos nuestra responsabilidad, encontremos y apliquemos los correctivos necesarios.

Al siguiente día de la jornada electoral, múltiples actores de partidos de oposición y líderes de opinión se pronunciaron de inmediato para conformar, con carácter de urgente, “una gran alianza que nos permita vencer al PRI en 2016”. Por lo que yo pregunto: ¿Son las alianzas, coaliciones o cualquier otra figura contemplada en la ley, la solución?

En algunas entrevistas señalé que no estaba a favor de la construcción de alianzas en estas condiciones; habrá quienes compartan conmigo este planteamiento, pero sin duda, muchos políticos reafirmarán sus diferencias, bajo el argumento de que sólo, ningún partido político le puede ganar al Revolucionario Institucional.

Sin pretender convencerlos de lo contrario, me parece elemental que antes de pensar en construir una alianza, debemos hacernos las siguientes preguntas en dos vertientes:

1.- PARA LA VIDA INTERNA DEL PARTIDO:

a) ¿Para qué construir una alianza? ¿sólo para vencer al PRI y ganar la elección?

b) ¿Hemos sido capaces de acordar, entre panistas, sobre la vida interna de nuestra institución? No me refiero al discurso, que ese nos sale muy bien, sino a la práctica cotidiana de inclusión, sin que «inclusión» signifique ofrecer espacios políticos o intercambiar empleos en la administración pública federal y estatal -cuando fuimos gobierno-, o municipal, ahora que lo somos; o en su defecto, el etiquetar recursos públicos para los
ayuntamientos, a cambio del respaldo interno.

c) ¿Seremos capaces de construir alianzas internas, luego de no haberlas concretado para la elección federal? Todos en el PAN sabemos, aunque no lo aceptemos públicamente, qué fue lo que pasó en esta elección
d) ¿Aceptaremos medir nuestra competitividad ante el electorado o buscaremos que en la construcción de acuerdos, solo se privilegie la distribución de posiciones, como cuotas de grupos?

2.- SOBRE NUESTRA RELACIÓN CON OTROS PARTIDOS:

a) Si tomamos en cuenta la elección local, somos primera fuerza en el Estado por gobernar más del 50 por ciento de la población, y en la federal, somos segunda fuerza política. Bajo esa premisa, el PAN encabezaría la alianza. ¿Entonces los otros partidos políticos estarían dispuestos a ceder? ¿Tendrán ellos un razonamiento distinto al respecto?

b) Las diferencias que se han hecho públicas, ¿se borrarán de la noche a la mañana? Me refiero a temas prioritarios de la plataforma del PAN: el derecho a la vida, la Reforma Educativa, la Reforma Energética, la transparencia y la rendición de cuentas, por mencionar algunos.

c) Aunque en matemáticas la suma de 2+2=4, ¿pasará lo mismo en política? Los votos de otros partidos políticos, en automático, ¿se trasladarán a nuestros candidatos? o ¿nuestros votos a los de otros partidos políticos?

d) ¿Quién encabezaría la alianza? Quienes se han manifestado a favor, solo han señalado que ellos son los elegidos, dispuestos a encabezar gobiernos de coalición, pero ninguno ha hablado de medirse o de evaluarse bajo algún mecanismo para proponer al candidato o candidata mejor posicionado. No se trata solo de personas; la congruencia en nuestras historias políticas y personales es referencia obligada a tomarse en cuenta.

e) Finalmente y lo que me parece más importante es preguntarnos qué piensan los ciudadanos al respecto. Es fundamental regresar nuestra visión de gobierno a los ciudadanos, no a los partidos políticos; fortalecer a las instituciones partidistas, no sólo a liderazgos que hoy se presumen “policromáticos”, o lo que correctamente se llama «multipartidistas»: cuando nos conviene somos de derecha, o de izquierda, o nos centramos.

El reto de cualquiera que aspiremos a gobernar el Estado es construir una verdadera opción para el electorado, capaz de aglutinar a los ciudadanos y no sólo a los partidos políticos.

Si Francisco Domínguez, en Querétaro, o Carlos Mendoza, en Baja California Sur, ambos gobernadores electos de Acción Nacional no creyeran en esto, no habrían ganado las elecciones. Ellos le apostaron
al Partido, le apostaron a la institución, le apostaron a la congruencia.

Hay quienes dicen que en Tlaxcala ya hubo alternancia, por lo que sería más fácil una coalición, ¿pero es esto realidad? Yo creo que no.

La verdadera alternancia aún no llega al Estado; quizás las siglas han cambiado en los últimos 3 sexenios, lo que no ha cambiado es el grupo político, que ha sido el mismo al menos en los últimos 30 años y su origen es el PRI. Me parece que estamos a tiempo de apostarle al relevo generacional.