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Segundo Informe de Actividades Legislativas

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Senadora Adriana Dávila Fernández

Es muy importante para mí, como cada año, rendir cuentas sobre el trabajo legislativo y de gestión que desarrollamos en el Senado de la República. Es necesario exponer, de manera pública y transparente, los avances sí, pero también los pendientes que tenemos en el Congreso de la Unión. La rendición de cuentas a la población tlaxcalteca es la oportunidad de informar sobre el trabajo realizado, paso indispensable para recuperar la confianza en la clase política.

El pasado 15 de febrero presenté mi Segundo Informe de Actividades Legislativas. Año intenso, de muchas actividades, reuniones de trabajo, discusiones y toma de decisiones, para modificar con responsabilidad, leyes que beneficien a los mexicanos. Logramos reformas estructurales, como la energética, político-electoral y de telecomunicaciones, entre otras; asignamos nombramientos diversos de magistrados, embajadores, Comisión de Atención a Víctimas, por mencionar algunos.

Legislar no es cuestión de colores, banderas o personajes. La tarea de decretar leyes y buscar acuerdos demanda un compromiso con las y los ciudadanos. Por ello es que las leyes no deben cambiarse a conveniencia o por revancha de ningún tipo. De ahí que el ejercicio legislativo, responsable y comprometido busca, entre otros aspectos, el perfeccionamiento jurídico, así como acciones coordinadas con diversos servidores públicos para mejorar las condiciones de vida.

Tenemos que encontrar respuestas jurídicas que permitan atender los grandes y graves problemas nacionales. Debemos revisar, actualizar, modificar o crear marcos legales para fortalecer a las instituciones y que permitan desarrollar políticas públicas en beneficio de la población, sin descuidar a los grupos minoritarios.

Nosotros -los legisladores- debemos estar atentos a las necesidades de nuestras comunidades y velar por el bien común de todos. Nuestro cargo público no debe ser instrumento para usar a los ciudadanos. Al contrario, es una constante vocación de servicio que nos exige cumplir con quienes confiaron en nosotros y nos otorgaron su voto. Los políticos nos debemos a los electores y tenemos que velar por sus intereses; tenemos una agenda política, económica y social que cumplir por y para ellos.

Quizás la principal preocupación de las y los mexicanos es el binomio perverso de corrupción-impunidad que hoy afecta a una parte de la clase política. Señalo y aclaro que no es cuestión de un partido político en específico; son unos cuantos políticos que le han fallado a México, que han dañado la imagen de la política y han lastimado la confianza y la credibilidad de los ciudadanos.

Es preocupante esta percepción, porque cada vez son más los que creen menos en el ejercicio político y no todos los que hacemos política caemos en este estereotipo. Es un error calificar de esta manera a la clase política toda. Creer eso es condenarnos a un futuro sin cambio, a etiquetar la corrupción-impunidad, como dicen por ahí, a un problema cultural.

Hay muchas y muchos políticos dispuestos a trabajar por el país, como el trabajo de mis compañeros de bancada, los Senadores Ernesto Cordero, en materia de transparencia y rendición de cuentas y Roberto Gil Zuarth, por las causas de la justicia; la entrega de las Senadoras Angélica de la Peña, en materia de derechos humanos y Lorena Cuéllar en desarrollo social; el compromiso de las Senadoras Diva Gastélum en igualdad de género y Lucero Saldaña, en derechos humanos y trata de personas, y muchos otros Senadores de diferentes fracciones parlamentarias. Hay muchas manos y voces comprometidas a trabajar con honestidad para enfrentar los retos y dar respuestas. Somos muchos los que tenemos voluntad para hacer la tarea legislativa.

Es cierto, cada actor político debe responder por sus actos. Por eso es que es imprescindible que sean aclarados asuntos relacionados con la corrupción, sean moches, conflictos de interés o multiplicación de las casas. Investigar sin simulaciones. Averiguar sin distinciones y sancionar si se acreditan los delitos. Aplicar la ley. En términos prácticos, ser transparente en el ejercicio público para atajar cualquier sospecha de corrupción. Es momento de que los moches no condicionen la entrega de recursos económicos que por ley deben asignarse a los municipios.

Por ello, me sumaré a la propuesta y el trabajo legislativo de aquellos que aspiran a representar a Tlaxcala en la Cámara de Diputados de la siguiente legislatura. Aunque es de dominio público la división interna de los panistas, apoyaré la decisión democrática de los militantes, porque antes que salvaguardar algún tipo de administración, hay que anteponer el bien de la institución.

Tengo confianza en nuestro instituto político, pero como señalara recientemente Felipe Calderón Hinojosa, hay una diferencia abismal entre los motivos espirituales, que no deben faltar en nuestro quehacer político, y el “ánimo Montana” que lastima a militantes y simpatizantes panistas. Debemos reconocer que el PAN enfrenta enemigos internos que se empeñan en debilitarlo. Pero desde este espacio les aseguro que somos más los que sumaremos esfuerzos para recuperar la esencia y valores de Acción Nacional.

Trabajar para cambiar el rostro panista, con un quehacer legislativo responsable, honesto y con vocación de servicio.
La reconquista de la identidad, dignidad y confianza del Partido Acción Nacional comienza en Tlaxcala. Seamos un ejemplo nacional.

En el Grupo Parlamentario del Partido Acción Nacional del Senado de la República tenemos absoluta convicción que las acciones deben emprenderse con total responsabilidad, siempre en la búsqueda del bien común. Nuestra responsabilidad es trabajar, trabajar más para rendir mejores cuentas a la población en general.